lunes, 28 de diciembre de 2009

Inocente

Cuando Música era bebé pasaba mucho tiempo con sus abuelos maternos, ella no consentía que le cambiara el pañal nada más que su abuelo Andrés. Cuando fue creciendo, mientras la protestona y rebelde Música se enfrentaba con todas las féminas de la casa, Andrés le daba cuartelillo y la salvaba de las hostilidades de los que no sabían pintar serpientes boas. Música era feliz cuando los fines de semana sus padres la llevaban al pueblo y Andrés le compraba chuches en la tienda “del Sete”. Disfrutaba cuando la llevaba a la gran casa con piscina que cuidaba durante el año, tenía un huerto magnífico con los mejores tomates que ella ha probado, el ritual consistía en elegir el mejor para abrirlo con su navaja y hacer feliz al tomate y a la niña cogiendo un puñadito de sal que ya llevaba preparado en el bolsillo. Cuando Música fue creciendo y tardaba en llegar, cuando el personal se ponía nervioso porque “la niña no llegaba” él subía a buscarla para suavizar la situación, siempre era amable en la intromisión del mundo adolescente de ella. Nunca señaló en el corral de su casa una colilla de cigarro con el nombre de ella. Fue él quien con su no discutir enseñó a Música que no merece la pena entrar al trapo, cosa que ella aún no controla bien y cuando lo consigue le apunta el tanto a su abuelo. Contaba historias curiosas sobre el cementerio del pueblo y lo que las excentricidades de sus habitantes a la hora de apañar entierros y abrir tumbas, como se trabajaba en el campo sin caer en el dramatismo de los malos tiempos tras la guerra... “Niña, tú de quién eres?” La nieta de Andrés el Albañil. Lo recuerdo con su sombrero de paja y escalera, ha blanqueado medio pueblo y muchas obras son de él, rara es la casa en la que entre Música de ese pueblo que Andrés no hubiera hecho un apaño. Recuerdo la carretilla de los ladrillos que se convertía en el vehículo más alucinante del mundo cuando él lo conducía con Música dentro. Un día se puso malito, pero salió del susto, lo malo es que su brazo no le respondía y supo que no podría trabajar más...se rindió. Hace unos pocos años, la noche de los Inocentes estaba Música en casa y sonó el teléfono en la noche, escuchó a su madre decir: “mi padre?, ahora mismo vamos para el hospital”, el papá de Música entró en su habitación y le dijo: “cariño, no te preocupes, vamos para el hospital que el abuelo se ha puesto malo, con lo que sea te llamamos, tú duerme”. Música tuvo un mal presentimiento y se durmió en su llanto, cuando despertó su padre estaba sentado a los pies de su cama con la cara muy triste, ella le dijo: “ha muerto” y él la abrazó y la ayudó a llegar al hospital. Fue todo demasiado rápido, decían los médicos que al reanimarlo el como que no quería.... Al caer en día de fiesta no se podía enterrar pronto, de modo que fueron dos noches de velatorio, casi tres días metido en una cámara frigorífica ya que el mortuorio del hospital estaba concurrido. El día del entierro antes de pasarlo al ataúd tenía que entrar algún familiar, y adivináis bien, Música entró y vio como salía de una bandeja metálica como en las películas, lo pasaron al ataúd, en ese momento entró uno de sus hermanos y al verlo con la cabeza algo torcida dijo: “no podrían ponérsela derecha?”, ella se quedó algo asustada pensando que tras estar tanto tiempo en frío..., pero al moverla no pasó nada extraño. Su rostro era de paz y ella se alegró de estar allí para besarlo por última vez. Luego vino el entierro y Música en primera fila presenció como su otro abuelo enterraba a Andrés el Albañil, diciendo al cerrar el nicho: “teníamos un pacto el pobrecito y yo, que el que cayera antes el otro lo enterraría...” Hoy es el Día de los Inocentes, mi homenaje para TI, mi Ángel de la guarda que se yo que aunque la vida se me ponga cuesta arriba con demasiada frecuencia el abuelo Fernando y tú me lleváis ligera con la carretilla volando si hace falta.

7 comentarios:

Pecosa dijo...

Qué bonito, Música. Seguro que le llega.

Un abrazo.

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Preciosa historia, Música. Y lo mejor de todo es que es una verdad como un tomate de Guadalcázar.

Toshiaki dijo...

Ay, niña, me toca la fibra estas cosas, estos recuerdos, estos homenajes que durarán siempre.

Un besico.

ulises dijo...

No existen días festivos para la de la guadaña.
Recuerdo lo de los tomates con mi abuelo, lavarlos en la acequia, tajo con la navajilla, un poco de sal y menudo sabor.

Música dijo...

Gracias chicos, un abrazo a los cuatro y que vivan los tomates con sal!

Tesa Medina dijo...

No sabes cuánto me hubiera gustado tener unos abuelos así, pero ni siquiera tuve unos padres a los que recordar de ese modo.

Por eso, y porque soy una sentimental romántica, cuando me cuenta una historia como la tuya, me emociono.

Un beso, Música.

Música dijo...

ayyy Tesa, un abrazo enorme