domingo, 14 de diciembre de 2008

Hierba mora

Primero estuvo la era de las caricias dulce, suavísima. Luego vino un siglo de esperas, apenas interrumpido por el silbido del verdugo afilando su hacha me habían castigado a pasar un año en silencio. Detrás de la reja esperaría al príncipe, el hermoso príncipe llamado Nollegó. Un mes entero pasé lamiendo esputos de palabras no mencionadas, una semana llorando las siete lloreras, un día con dolor de cabeza, de tantos tranquilizantes, excitantes, pálidos remedios consumidos para ver si conseguía no ser yo. Una hora estuve con la sensación de que, en cualquier momento el volvería. Un minuto, uno, me bastó para mirarme en el espejo y reconocerme. Un segundo para notar que la telaraña me iba engullendo, pegajosa, lenta mente como aguas movedizas, con barro lamoso bajos los pies, sin posibilidad de sacar la cabeza y ser.

1 comentario:

Toshiaki dijo...

A ella le duró un minuto, pero hay gente que le dura años o toda la vida!

Qué bonita la canción, niña. Me la voy a bajar. Me ha enamorado.